Hasta principios del año pasado viví haciendo todo lo que “hay que hacer”, siempre cumplí responsabilidades con un nivel extremo de preocupación. Cuando empecé la facultad dormí cinco horas diarias y viví a base de café por creer que si no me esforzaba hasta agotarme, mental y físicamente, sería incapaz de rendir bien. Durante mucho tiempo me auto demandé demasiado y llegó un momento en el que mi cuerpo no pudo aguantar mi angustia. Comencé un tratamiento psicológico y posteriormente uno psiquiátrico, me recetaron ansioliticos y antidepresivos.
No me reconozco, dejé de ser todo lo que siempre fui. Dejé de preocuparme y de cumplir responsabilidades, no volví a levantarme temprano (prefiero estar acostada o dormida antes que hacer cualquier otra cosa). Ya no siento interés en la ningún aspecto de mi vida, nada me genera alegria. Hay días en los que no salgo de mi cama por más que no logre conciliar el sueño en ningún momento, otros días solo duermo. Últimamente le tengo terror a la vida.