"Comencé la escuela secundaria diciéndome a mí mismo que las cosas cambiarían. Me involucraría en actividades escolares, iría a fiestas, socializaría y haría amigos," dice Jamie. "No fue tan fácil. Fui a quizás dos reuniones del club antes de parar. Todos los viernes me sentaba en casa con mis padres y me sentía culpable. Pero estaba feliz de estar solo."
Lea la historia personal de triunfo de Jamie: adaa.org/living-with-anxiet...