Tengo buenos días, y otros días mi cabeza es un torbellino de ideas de vergüenza y culpa.
En las últimas semanas me he dado cuenta de que tengo problemas para lidiar con la culpa por cometer errores. Creo que si no soy perfecto no tiene sentido vivir, tal vez sea extremo, pero es la configuración mental con la que crecí.
Hoy, después de escribir en mi diario he llegado a la conclusión de que este pensamiento se instaló en mi mente cuando tenía 11 años, después de una discusión que tuvieron mis padres. No recuerdo cuál fue el detonante, pero mi hermano mayor había hecho algo mal, mi padre estaba furioso con él y con mi madre por no educar bien a mi hermano (mis padres ya tenían 6 años divorciados). Entonces mi padre nos gritó que éramos defectuosos, que éramos una vergüenza para él y que siempre hacíamos todo mal. Nos gritó que lo mejor para él sería que comiéramos veneno para ratas y muriéramos.
Esta escena viene a mi mente constantemente, a pesar de que han pasado 20 años. Quizás esta fue la semilla que me hizo creer que si cometo errores no vale la pena vivir, que solo hay espacio y mérito para las personas que hacen las cosas bien.
Todo lo que quiero es sentirme bien siendo imperfecto. Todo lo que quiero es aceptar que cometo errores y dejar de tener miedo al enfrentarlos, dejar de creer que las personas me van a odiar por equivocarme.
