Ted Stanley, quien amasó una fortuna vendiendo coleccionables deportivos, ha donado al Instituto Broad del MIT-Harvard más de 700 millones de dólares para investigar enfermedades mentales. Y ha dado resultados.
Por Matthew Herper
Si los científicos descifran algún día la compleja biología detrás de enfermedades como la esquizofrenia, el trastorno bipolar y la depresión, una gran parte del crédito podrá atribuirse a unos filántropos acaudalados y al dinero que han destinado a una reducida área a lo largo del río Charles, en Cambridge, entre Harvard y el MIT.
En 2007, Ted Stanley, que amasó una fortuna vendiendo coleccionables deportivos, recibió una llamada de Ed Scolnick, quien acababa de terminar su carrera como jefe de investigación y desarrollo en Merck, y estaba a punto de entrar al Instituto Broad del MIT-Harvard para trabajar en investigación psiquiátrica. Scolnick quería dinero para financiar un proyecto pequeño.
Stanley respondió que él quería hacer algo mucho más grande. Había visto a su hijo, Jonathan, luchar con el trastorno bipolar, responder al tratamiento, y forjarse una vida como un abogado exitoso. Sabía que muchos otros pacientes no tuvieron tanta suerte y no respondieron al tratamiento.
Él y Scolnick urdieron un plan en el que Stanley donó 100 millones de dólares (mdd) para crear el Centro Stanley para la Investigación Psiquiátrica en el Instituto Broad. Más tarde le dio otros 50 millones. Hace unas horas, el Broad anunció que Stanley, ahora de 83 años, donará otros 650 millones, parte de los cuales pasarán al instituto tras su muerte.
“Después de que me haya ido, sólo quiero que el dinero pase a ellos como lo haría si yo aún estuviera vivo”, dijo Stanley a The New York Times.
Los 800 mdd de Stanley se suman a otro gran acto de filantropía: el que creó el Instituto Broad, que lleva el nombre de Eli Broad, el multimillonario fundador de SunAmerica y KB Home, y su esposa, Edythe. El cual creó una de las mayores potencias del mundo en lo que respecta al estudio del ADN y cómo ésta afecta la forma en que funciona la biología, incluyendo su impacto en la salud humana.
Un total de 1,600 millones puede parecer una miseria frente a los 50,000 millones gastados anualmente en I+D por las compañías farmacéuticas o los 30,000 millones erogados por los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, pero los investigadores del Broad dicen que les ha permitido trabajar en grandes proyectos en los que no podrían siquiera pensar de otra manera.
La mayoría de las compañías farmacéuticas han huido de la psiquiatría tras una serie de costosos fracasos. Por ejemplo, un fármaco de los días de Scolnick en Merck, que lucía como un antidepresivo prometedor, resultó ser útil sólo para paliar las náuseas inducidas por la quimioterapia, y Eli Lilly, durante años el mayor fabricante de medicamentos psiquiátricos, ha visto cómo fracasan sus intentos de crear un nuevo fármaco para la esquizofrenia.
“El regalo de Ted es en verdad magnífico, pero se necesitarán muchos más. Se requerirá una coalición de proveedores de fondos del gobierno. Tomará toda una generación”, dice Eric Lander, fundador y presidente del Broad.
El Broad sincronizó su anuncio con la publicación de un estudio que demuestra el verdadero progreso que se está realizando. Durante años, los científicos estuvieron consternados porque estudios cada vez más grandes usaban dispositivos llamados microarreglos de ADN para buscar en miles de puntos en el genoma de miles de personas y estaban fallando en su intento de brindar evidencia de genes que estaban vinculados a la enfermedad mental.
Al parecer, los estudios que se habían hecho hasta ahora eran demasiado pequeños. Un estudio de 36,989 pacientes con esquizofrenia y 113,075 sujetos de control ha encontrado 108 regiones de ADN que parecen relacionadas con la enfermedad. En muchos casos, los investigadores han reducido los resultados a un solo gen, lo que significa que pueden comenzar a determinar su función. Los resultados parecen coincidir con un estudio previo en que los investigadores secuenciaron todo el ADN de algunos pacientes. Algunos de los genes están relacionados con las células nerviosas del cerebro, pero algunos resultaron toda una sorpresa, incluyendo algunos que parecen tener una función en el sistema inmune.
“Tener la filantropía nos permite tomar riesgos calculados”, dice Steven Hyman, ex director del Instituto Nacional de Salud Mental, que ahora dirige el Centro de Stanley. “Tenemos la suerte y siento una enorme responsabilidad de hacerlo bien.”
En lugar de tener 108 laboratorios trabajando de forma independientemente en cada gen mediante el estudio de forma individual en los ratones, seguirán un enfoque paralelo, estudiando todos en ratones y también usando nuevas tecnologías que permiten a los científicos crear y editar genéticamente las células madre para ver cómo los cambios genéticos afectan las neuronas.
Otro paso clave será hacer la secuenciación de ADN a una escala que hasta ahora era inimaginable, mirando a todo el ADN de los pacientes con esquizofrenia para tratar de entender el origen biológico de la enfermedad usando las máquinas fabricadas por Illumina. En un fascinante y sorprendente hallazgo; los estudios han encontrado que muchos genes en común podrían estar involucrados en el autismo, la esquizofrenia y el trastorno bipolar.
“A medida que las herramientas se han vuelto lo suficientemente buenas podemos decir, claro, secuenciemos a 10,000, 20,000 o 30,000 personas para exprimir toda la información posible de pacientes humanos”, dice Lander.
El progreso no ha escapado por completo a la atención de la industria farmacéutica. Novartis tiene una colaboración con Broad para estudiar enfermedades psiquiátricas, y está haciendo su propio trabajo con el uso de células madre creadas a partir de pacientes con esquizofrenia y otras enfermedades para explorar lo que podría estar mal en sus cerebros.
Fuente: forbes.com.mx/la-filantropi...