Los ácidos grasos omega-3 y la vitamina D son esenciales para mejorar la función cognitiva y el comportamiento en ciertos trastornos cerebrales, pero no está claro cómo lo logran. Una investigación del Hospital de Niños Oakland, en California, publicado en FASEB, sugiere que la serotonina podría ser el eslabón qué une a la vitamina D y los omega-3 para mejorar los síntomas asociados con una amplia gama de trastornos cerebrales.
En un artículo publicado el año pasado, estos mismos investigadores descubrieron que la vitamina D regula la conversión del aminoácido esencial triptófano [que el cuerpo no produce y hay que ingerir con la alimentación] en serotonina, y cómo esto puede influir en el desarrollo del autismo, sobre todo en niños con carencia de vitamina D.
La serotonina afecta a una amplia gama de funciones cognitivas y comportamientos, incluyendo el estado de ánimo, la toma de decisiones, el comportamiento social, comportamiento impulsivo, e incluso juega un papel en la toma de decisiones sociales, manteniendo bajo control respuestas sociales agresivas o comportamientos impulsivos.
Muchos trastornos clínicos, como el trastorno del espectro autista (TEA), trastorno de hiperactividad con déficit de atención (TDAH), el trastorno bipolar, la esquizofrenia y la depresión comparten bajos niveles de serotonina en el cerebro. “En este artículo se explica cómo la serotonina es un modulador importante de la función ejecutiva, el control de impulsos, la entrada sensorial y el comportamiento pro-social”, explican los investigadores. “Nuestro trabajo vincula la producción y función de la serotonina a la vitamina D y los omega-3, sugiriendo una forma en la que estos importantes micronutrientes ayudan a la función cerebral y afectan a la forma en que nos comportamos.”
El ácido eicosapentaenoico (EPA), un importante omega-3, aumenta la liberación de serotonina contrarrestando el efecto de las señales inflamatorias en el cerebro, que inhiben la liberación de este neurotransmisor. Los investigadores resaltan que la inflamación puede afectar negativamente a la serotonina en el cerebro. El EPA, sin embargo, no es el único omega-3 que juega un papel en la vía de la serotonina. El ácido docosahexaenoico (DHA) también influye en la acción de diversos receptores de serotonina, haciéndolos más accesibles a la serotonina.
La vitamina D se produce principalmente en la piel cuando se expone al sol, y su déficit está muy generalizado, igual que el de los ácidos omega-3. Esas deficiencias influyen en vías genéticas, como de la serotonina, importante para el desarrollo cerebral, la cognición social y la toma de decisiones. Estas interacciones gen-micronutrientes pueden influir en trastornos neuropsiquiátricos. ”La vitamina D, que se convierte en una hormona esteroidea que controla alrededor de 1.000 genes, muchos en el cerebro, es una deficiencia importante en casi todos los países. Y la falta de omega-3 también es muy común porque la gente no toma suficiente pescado“,
recalcan los investigadores.
Fuente: abcblogs.abc.es/cerebro/pub...