I- Referencia histórica sobre el contexto de lo místico-religioso:
La génesis de este proceso se perfila como un hecho de índole ancestral, vigente aún en la más profunda expresión psicosocial de nuestra dinámica vivencial hasta el presente, cuando asistimos a los inicios del tercer milenio de la era cristiana. La concepción de psiquismo en el ser humano, tiene sus orígenes aproximadamente hace 10 mil años, en el período neolítico, cuando apenas el hombre tuvo conciencia del pensar abstracto; un poco más tarde surgió la edad de los metales, y posteriormente, 5 mil años antes de Cristo, se inició en Egipto y Mesopotamia el florecimiento y la cultura de los grandes imperios. En este momento nos encontramos frente al hombre pensante, tal como se concibe en la actualidad (1).
La estructuración inicial del mundo en el hombre primitivo, concebida en términos mágicos, se enrumba de inmediato hacia el encuentro con el totemismo. El totem es una figura existente físicamente, al que se le respeta, se venera y se le teme por representar la suerte misma de la tribu; en este sentido y desde una visión psíquica, se constituye en "la ley", en el "arquetipo del padre", regulador de prohibiciones y estructurador de la "moral", figura cohesionante de la naciente fraternidad social de la tribu. Emerge en este momento, a nivel del "sujeto del inconsciente", la estructuración psíquica de una regulación de la culpa, a través del "darse cuenta" de sus actos, la ponderación de los mismos y el vivenciar que existe además de un animal de cuyo sacrificio se siente culpable, "el otro", en términos de humanidad. Es lo que un autor considera "la vivencia ancestral del pecado original" (1 Pág 25).
Se constituye así una "sabiduría psíquica", "... ambigüa, poco clara y a menudo contradictoria como lo es toda manifestación natural por psíquica y sutil que ella sea"... (2 Pág 75). Evidenciamos de este modo un "inconsciente comunitario" en el que en inicio se pone de manifiesto una posición de "zozobra espiritual" o "posición esquizoparanoide grupal", lo cual deriva más tarde en la culpa, generadora del remordimiento que posteriormente habrá de manifestarse como tensiones anímicas legitimadoras de ese sentimiento, a manera de una "posición depresiva colectiva" en la que el "darse cuenta", se constituye en el pilar fundamental. Ya se vislumbra, en el ámbito comunitario, la necesidad de buscar contención a través de una entidad espiritual, la consagración de un camino liberador de esa culpa colectiva, como mecanismo compensatorio de dicha ambigüedad humana. Así surge la necesidad del culto a lo sagrado como instancia externa reguladora de la norma (1, 3).
Retrotrayéndonos al neolítico, y transcurrido el período en que el hombre se aferró al totem como mecanismo regulador de los procesos humanos, surge posteriormente, en el contexto de los grandes imperios, la práctica del culto religioso representado por la aparición de diversos bloques de adoración, que en el orden espiritual se constituyeron como el apéndice del animal totémico en términos de fe, que proyectan al ser humano hacia el mundo del "más allá", a través de representaciones simbólicas que se sobreponen a la naturaleza de la realidad. En este reino habitan todavía los vestigios del mundo totémico, a través de la representación de deidades animalizadas por su aspecto y/o representación externa: surge la necesidad humana de aferrarse al misterio y a la magia, asociados al pensamiento racional, tal como se presenta en el hombre contemporáneo (1).
Es así como identificado inicialmente el hombre con el contexto humano-social en términos de una "interpretación de la realidad" vinculada con la creencia bipolar de que existe "el aquí" y el "más allá", de que el hombre es dual, es decir, está constituido por cuerpo y alma, se produce el ensamblaje entre el totemismo, el animismo y una religión superior, que habrá de conducir hacia la aparición de las grandes creencias religiosas surgidas inicialmente desde hace 6 mil años aproximadamente en el norte de Africa y Asia Menor. Se genera en consecuencia la aparición, en el valle del Indo, de la teosofía, encarnada en las creencias religiosas de Los Vedas, unos mil años antes de Cristo. En las creencias religiosas de dichos pueblos, se perfila una incipiente intención de abordar elementos morales vinculados entre himnos y rituales, a la búsqueda de respuestas sobre el universo y la existencia humana: Son ideas referidas al respeto religioso y a la rivalidad o controversia entre cuerpo y alma (1).
Dentro de las ideas védicas atribuidas al respeto religioso y al entorno psíquico, destacan el respeto religioso para con el aire y para con la palabra, los cuales se consideraban poderes divinos o sobrenaturales. Es así como, el mundo divino, se muestra como "poder vivificante" (el aire) y como "poder pensante" (la palabra), incluso los dos se presentan de modo indisoluble, ya que la palabra se deja sentir en el aire; es como si se desplazara sobre el mismo. En referencia a ello... "había palabras particularmente eficaces; quien las conocía, podía doblegar la voluntad de los hombres... de manera similar ocurría con el aire; había personas que lo sabían usar mágicamente. Aún en nuestro siglo persisten tales creencias; son las fórmulas mágicas, las oraciones supersticiosas... y las frases hechiceras. Casi siempre se acompaña la brujería de soplos de aire, de exhalaciones de humo de tabaco y otros ritos relacionados con el aire" (1 Pág 39-40).
Es obvio, que el camino de la palabra, representa la relación pensante de los pueblos en términos de vasos comunicantes, y, al admitir que nuestra cultura filosófica y lingüística tiene sus raíces en Grecia, vemos, en este sentido, como se establece la conexión entre el mundo Indo-Iranio y la filosofía griega, vinculantes a través de una etimología que es llevada incluso hasta el ámbito religioso y psicológico. Es la derivación hacia lo sagrado y la psique que se advierte en la filosofía griega, donde "el saber se traslada de dioses y sacerdotes al hombre... Diríamos que "la theosophía" se hace "philosphía" " (1 Pág 41-44).
Se desarrolla, con los grandes pensadores, entre ellos Thales, Anaxímenes, Anaximandro, Heráclito, Demócrito, Anaxagoras, Sócrates, Platón y Aristóteles, una nueva orientación de las ideas. El enfoque sobre la moral en su fundamentación y fines referido al ámbito de la racionalidad griega, se expresa en Sócrates como concepto vinculado a la razón, el saber, el bien, la vida familiar, la posición de la mujer, el cumplimiento de las leyes y la práctica de las virtudes; y en el caso de Aristóteles, en términos de búsqueda de la felicidad, contentiva ésta de "una ética, que se aplica al individuo; una economía relativa a la familia y una política que atañe a la ciudad" (4 Pág 440). Se trata ahora de establecer reflexiones que discurren respecto a principios identificados con la naturaleza, los fenómenos, lo pensante, lo perceptible, el espíritu, la razón, el alma, y que conducirán, con el transcurrir de diversas etapas, a la observación de las huellas iniciales de la psicología científica, a Pitágoras, al Neoplatonismo, al Neopitagorismo y al encuentro con la época medieval, con su escenario de ángeles y demonios; es decir, el trastocamiento del dogma religioso-cristiano en cuanto a la interpretación figurativa del concepto de alma o espíritu, hacia la aberrante persecución, tortura y quema de "brujas" y "hechiceros" (1).
Aún cuando sería de importancia discutir el tema en relación con los conceptos que sobre la moral se expresan a través de las diversas religiones, creencias y/o hasta sectas existentes tanto en la cultura Occidental como en la Oriental, dirigiremos la discusión hacia la religión católica partiendo de los principios que del hecho moral establece San Agustín en cuanto a que "el reino de las ideas es el reino de Dios, patria de toda verdad y todo bien", y de que "también las almas creadas por Dios están predeterminadas a la casa del Dios celestial" y que "el hombre pertenece a un reino que no es de este mundo". San Agustín, "al hablar de
conciencia... entiende la "conciencia moral", que concibe como la voz divina que guía y amonesta" (1 Pág 95-96).
Si bien la moral se fundamenta en la consecución de un "fin último", legitimado en razón de un colectivo, que estructura la cotidianidad humana sobre la base de códigos, que determinan a su vez diversos patrones de comportamiento y sentimientos en el ámbito comunitario, en lo referente a lo anteriormente citado sobre San Agustín, podemos evidenciar que para éste, la moral se fundamenta en los principios teológicos de la iglesia católica (5, 1). En opinión de Carl Jung, " Frente al hecho del pecado original pone San Agustín la gracia redentora de Dios con la institución de la iglesia por ella creada, que administra los medios de salvación. En esta concepción se sitúa el valor del hombre en un nivel de gran inferioridad. En realidad sólo es una abyecta y desdichada criatura a merced del demonio, a la que sólo la iglesia - único poder capaz de proporcionar la bienaventuranza - puede hacer partícipe de la gracia divina. Con ello no sólo queda rebajado el valor del hombre, sino que también se rebaja más o menos su libertad moral y su autodeterminación, con lo que, ciertamente, se incrementa tanto más el valor y la significación de la idea de la iglesia, lo que respondía perfectamente al programa propuesto en la "Civitas Dei" agustiniana" (6 Pág 37). Es el inicio de la desenfrenada búsqueda de culpables por desacato a la autoridad
eclesiástica, representada por la Santa Inquisición, que se prolongó durante los siglos XVI, XVII y XVIII, y cuyos vestigios simbólicos aún persisten bajo renovadas visiones.
II- Fundamentación y apreciación clínica del aspecto místico-religioso en el ámbito de la patología mental:
En lo referente a la estructuración de los procesos humanos enmarcados en el ámbito psíquico, haremos una descripción de los mismos, contextualizados bajo la mirada de la psicodinamia. Dentro del aparato psíquico, esbozado a través de la teoría psicoanalítica, se destaca el superyo (instancia de la norma, la ley, donde están los sentimientos sociales productos de la religión y la moralidad, ubicado en el ámbito consciente, preconsciente, e inconsciente). Al ocurrir algún evento cotidiano, se lleva a cabo una movilización consciente-preconsciente-inconsciente a nivel del superyo, lo que ocasiona nuestras diversas maneras de concebir el mundo, nuestras particulares creencias, preferencias, prioridades, alegrías, descontentos, en fin, la manera de interactuar tanto individual como colectivamente ante la heterogeneidad de estímulos provenientes de nuestro mundo circundante (7).
Tenemos así, un ser humano que luego de despojarse de su entorno uterino, comienza a revestirse de una caracterología interna al arribar a un mundo colmado de "relaciones objetales", lo cual no es más que descubrir y relacionarse con un universo, que en principio, se enrumba hacia una coalición simbiótica con su madre, vivenciando experiencias, sintiéndose gratificado o frustrado en su día a día, para posteriormente, en su devenir, ir separándose e individualizándose en su mundo interno al transcurrir por sus diversas fases de desarrollo e ir configurando así un simbolismo, que se continúa nutriendo a su vez con los diversos componentes de su mundo externo, dentro de los que destacan las interrelaciones familiares, la educación y la religión como aspectos prioritarios que vinculan al sujeto en primer término a la sociedad, constituidas como los factores esenciales
de los muy variados elementos de la cultura, con los que posteriormente se relacionará conforme a los patrones vivenciados en sus primereas etapas de desarrollo (7).
Así como en lo relativo a la salud mental, se llevan a cabo diversas interrelaciones mediatizadas a través de la cultura, en el ámbito de la patología mental, se producen también una serie de interacciones que referidas al plano de las creencias religiosas, se fundamentan igualmente sobre los elementos culturales. En ese sentido podríamos referirnos al caso del pintor nacido en el siglo XVII Cristobal Haitzmann, analizado tres siglos más tarde por Freud. En el caso, se describen "el motivo del pacto con el diablo" y "el diablo como sustituto del padre", luego de la muerte de su progenitor. En dichas "elaboraciones intrapsíquicas" se visualizan en términos de moralidad, "la actitud <<de cariño y sometimiento>>," y la "actitud de <<hostilidad y contradicción>>", en las que se representó al padre como el "modelo individual tanto de Dios como del demonio" (8 Pág 187-218, 9 Pág 106).
En torno al enfoque acerca de los delirios mistico-religiosos como un intento de reorganizar el psiquismo, a través de la moral, en el ámbito de la patología mental, focalizaremos muy sucintamente nuestra apreciación, tomando como modelo la esquizofrenia. A través del enfoque psicodinámico, la esquizofrenia se explica mediante un modelo funcional, en cuya sintomatología se evidencian el autismo (en el que el sujeto se evade de la realidad externa y se sumerge en su mundo interno); la discordancia (en la que se aprecian trastornos del curso del pensamiento, trastornos del afecto, de la volición y la psicomotricidad), y la actividad delirante (la cual se organiza a partir del autismo y la discordancia). En la esquizofrenia, ocurre una regresión de la catexia, en la que posteriormente se lleva a cabo una redistribución libidinosa a través de tres fases: la decatexis o ruptura con la realidad; la hipercatexis, que conduce a la distorsión del juicio de realidad, y la recatexis o restitución de la líbido, la cual se caracteriza por los trastornos del pensamiento y de la sensopercepción, con lo cual el sujeto realiza un intento por recuperar sus relaciones objetales (3).
A continuación, y con el propósito de ofrecer la debida ilustración y soporte a lo referido en esta exposición, se presenta un estudio realizado en el Centro de Salud Mental del Este "El Peñón", de un total de 17 pacientes esquizofrénicos de la consulta externa, de los cuales, 16 son del tipo paranoide y 1 del tipo hebefrénico, en quienes se determinaron las características de los delirios, clasificándolos en: 1- Místico-religiosos; 2- De daño o persecución; 3- De referencia; 4- Bizarros y 5- De grandeza (10).
Dentro de los delirios mencionados se observó que los de mayor frecuencia fueron:
1- De daño o persecución: 16 casos; 2- Místico-religiosos: 11 casos; y 3- Bizarros: 8 casos.
Por considerarse estrechamente vinculados al tema tratado, se mencionarán únicamente, algunos de los delirios místico-religiosos observados en los pacientes, discriminados como sigue: referidos a la religión, 8 casos; referidos a la santería, 1 caso; y referidos a manifestaciones espirituales, 2 casos.
Entre los diversos verbatum de los pacientes tenemos:
1- Referidos a la religión:
- " El demonio me martiriza físicamente quemándome la piel".
- " Mi papá es (nombre propio omitido), y yo soy (nombre propio omitido). Mi
papá es Dios todopoderoso, el que domina el universo.... también es el demonio, satanás... es mi adoración."
- "Siento que Dios me habla para darme consejos".
- "Soy el elegido, tengo poderes. Soy el diablo, nadie puede hacerme daño; soy Dios".
2- Referidos a la santería:
- "Me mandan mensajes; creo que es brujería".
- " Yo me puse así, después que me comí unos chipichipi con brujería".
3- Referidos a manifestaciones espirituales:
- "Los espíritus me molestan y no sé por qué".
- " Esos son los espíritus que me torturan por la piel".
Como epílogo abierto a esta discusión se podría citar lo siguiente: Los delirios de daño o persecución, pueden explicarse por el componente paranoide; así mismo, los delirios bizarros, por el componente esquizoide de la patología estudiada. No obstante, en el caso de los delirios místico-religiosos ¿qué explicación pudiéramos argumentar?. Cabría responderse tal vez, que se corresponden con la naturaleza
histórico-cultural del ser humano en relación con sus creencias.
Autor:
Dr. Alberto Colina Ródiz
Médico Psiquiatra. Especialista en Prevención y Terapia Social en Salud
Mental.
Adjunto al Servicio Médico del Instituto Nacional de Orientación Femenina
(I.N.O.F). Los Teques. Profesor del Post-Grado en Prevención y Terapia
Social en Salud Mental. Universidad Central de Venezuela (U.C.V).
Institución: Post-Grado en Prevención y Terapia Social en Salud Mental.
Fuente: psiquiatria.com/congreso_ol...