LA TABLA DE SALVACIÓN DEL PSICÓTICO
Un reportaje de Elisa Campo con fotos de Ricardo Solís.
«Bendigo el día que os conocí. Si marcháis me muero». Es la madre de un enfermo mental quien expresa con tanta emoción lo que significa para ella y para su hijo el trabajo del equipo de tratamiento asertivo comunitario (ETAC) de Avilés. El joven, que consiguió reconducir una difícil situación gracias al apoyo de psiquiatras y enfermeros, une sus palabras de agradecimiento a las de su madre: «Estoy muy contento. Estas visitas me quitan de las drogas». Marcos, nombre ficticio, es uno de los 106 pacientes psicóticos integrados en el programa de tratamiento asertivo que reciben visitas periódicas del equipo especialista en salud mental. Se trata de psicóticos crónicos con posibilidad de rehabilitación a quienes el psiquiatra de los centros de salud mental recomienda para entrar en este tipo de tratamiento, que es voluntario. Mediante la atención a domicilio los profesionales pueden seguir de cerca la evolución de los enfermos, anticipándose a las crisis, y supervisan que se tomen la medicación prescrita. El objetivo último es el bienestar del paciente, y está demostrado que los ingresos en el hospital se reducen en torno a un 80 por ciento.
La jornada empieza temprano en la sede del ETAC, en la plaza de Santiago López. De las paredes de la sala de reuniones cuelgan interminables tablas con los horarios de las visitas, tablones de anuncios y avisos: «¡Ojo, encended los móviles a primera hora». Cada día comienza con una reunión del equipo, que luego se divide para atender a los pacientes. Hace ya nueve años que el coordinador del área de Salud Mental de Avilés, Juan José Martínez Jambrina, comenzó a trabajar con un pequeño grupo de profesionales de forma pionera en España. Ahora, ya totalmente consolidado el «Modelo Avilés», el equipo pasa la decena. A Jambrina le acompañan los psiquiatras Roberto Fernández y Secundino Sánchez, las enfermeras Noelia Lombardía, Inmaculada Bárcena, Cristina Pintado, Paloma González y Cristina Casado, las auxiliares de enfermería Beatriz Braña y María José Álvarez, el auxiliar psiquiátrico Luis de Miguel y la trabajadora social Rosa Ajenjo.
LA_NUEVA_ESPAÑA acompañó durante una mañana a estos profesionales en su turno de visitas. Para comenzar, un paciente acude a las dependencias de Santiago López: tiene que acudir a hacer una revisión médica en el Hospital San Agustín y le acompañará su tutor, Luis de Miguel. Cada enfermo tiene tres personas de referencia: un psiquiatra y dos tutores, del servicio de enfermería. No obstante, todos los miembros del equipo tienen las claves necesarias para atender los casos que no lleven directamente, si se hace preciso. Luis de Miguel y Jambrina dialogan con el paciente. «Vienen a verme tres veces por semana a casa. Antes salíamos a tomar algo, me gustaba mucho», explica, y añade: «Hablamos de tonterías, bromas».
En sus visitas, Luis de Miguel controla que tome las pastillas. Su apoyo fue fundamental para que el paciente se sometiera a una operación de catarata de un ojo; ahora le queda el otro. «Antes me costaba trabajo hasta meter la llave en la cerradura de casa, y cruzar los pasos de peatones», recita el enfermo. También dejó el alcohol, que le hacía tener más delirios. «Sólo tomo café y agua. Me gusta mucho el café con hielo, porque me quita el gusto a tabaco», explica. Porque, eso sí, los puritos le encantan.
El equipo de enfermería tiene en sus manos la difícil tarea de «casar» el entramado de visitas diarias, teniendo en cuenta que los profesionales trabajan de dos en dos y de que en total disponen de tres coches. La telefonía móvil es básica en ese sentido, ya que les permite afrontar mejor los imprevistos. «Al principio costó mucho poner esto en marcha, porque en España no teníamos modelos que seguir, sólo los de Estados Unidos y algunos países europeos», recuerda Jambrina. Ahora ya hay otros diez equipos en España «réplicas» del avilesino. El ETAC de Avilés espera en los próximos días a un equipo de Zamudio (Bilbao), que tomará contacto con este tratamiento asertivo.
Roberto Fernández y Cristina Casado, psiquiatra y enfermera, cogen uno de los coches y salen hacia La Carriona, donde les esperaun paciente. Tienen cita para realizar un tratamiento de mantenimiento. «Después del primer trabajo, llegas a una meseta, a una etapa que no sabes cuándo terminará; son tantas las viables que no sabes lo que desencadenaráun cambio», explica Fernández. El objetivo que siempre tienen presentes estos profesionales es que los pacientes puedan recuperar una vida lo más satisfactoria posible, aunque no siempre pueden incorporarse en el mercado laboral. «Realmente no se apoya el empleo de gente con necesidades especiales», apunta el psiquiatra.
La buena relación que se establece entre paciente y especialistas en salud mental queda clara desde que Marcos sale de su habitación, llamado por su madre, para recibir al psiquiatra y a la enfermera. Se interesa por los resultados de unas pruebas médicas. Todo bien. «¿No ves?_¡Ya te lo decía yo!», exclama ufano. La subida del Sporting a primera, la ingesta excesiva de gotas para dormir y el volumen de la música son algunos de los temas de esta peculiar consulta. «La visita a domicilio no es igual que una consulta, como vienes a menudo detectas todos los problemas», explica Roberto Fernández.
En Salinas vive Jorge, también nombre supuesto. Hoy es otro, después de unos años oscuros. El psiquiatra Secundino Sánchez y la enfermera Cristina Pintado van a verloa su piso. «Desde que estoy con el seguimiento estoy muy bien». Él mismo cocina, «a base de sartén», ya que vive solo. «La limpieza me la hace el equipo de ayuda a domicilio una vez a la semana, me la consiguieron ellos», dice aludiendo a la trabajadora social del equipo de ETAC. Para distraerse pasea, como atestigua el color moreno de su piel, ve la tele y va a Afesa, el centro social de enfermos mentales de Avilés. Su destreza con los dardos, los bolos y otros juegos se plasman en los trofeos que decoran el armario del salón, y que consigue en los campeonatos de Afesa.
Jorge sigue con fidelidad religiosa los preceptos médicos. Adelgazó más de 20 kilos en poco más de un año, y ahora se encuentra mucho mejor. Intenta comer variado, y se aleja totalmente del alcohol y del tabaco. «No puedo tener vicios, quiero llevar una vida lo más saludable posible». Este castrillonense valora muy positivamente el apoyo de los profesionales de ETAC. «La poca familia que tengo está lejos. Ellos son los que me recuerdan que debo de seguir luchando», dice. Independiente, vital y metódico, Jorge despide a la visita: «Estoy contento con la vida que llevo. Dentro de lo mal que lo pasé, ahora estoy viviendo bien». Lo dice con alegría.
Fuente: tierralibertad.blogspot.com...